miércoles, marzo 29, 2006

Paciencia.

Seguramente a todos os ha pasado, que cuando queréis hacer algo, o simplemente conseguir algo... siempre surge algún problemilla imprevisto que termina destrozando todo lo que tenías pensado. No dices nada, pero piensas: "¡Joder! ¿¡Será posible!?".

Entre una cosa y otra, y con mucha paciencia... por fin has conseguido solucionar el problemilla imprevisto, tratas de iniciar lo que tenías pensado hacer, pero resulta... que un nuevo problema imprevisto (distinto al anterior) te impide nuevamente comenzar lo que tenías previsto. Cierras los ojos, y piensas: "¡Qué paciencia hay que tener!".

Y es que, la vida es así... sin comerlo, ni beberlo, sales de un problema para meterte en otro. Y yo me pregunto: ¿Por qué en esta vida hay que esperar para todo?

Se suele decir, que la paciencia es una virtud, pues yo digo que no... lo que pasa que vivimos obligados ser pacientes, porque si no lo fuéramos... viviríamos con mal humor.

¡Un saludo a todos los que me leéis!

martes, marzo 14, 2006

Aprender a valorar la comida.


Hubo una vez, en un barco que surcaba el ancho mar... un niño que se llamaba Sanji. Sanji soñaba con encontrar el gran índigo... el gran índigo era considerado como el océano legendario. Se suele decir que en el gran índigo viven toda la clase de peces de cada mar. Para Sanji, el gran índigo es el paraíso para un gran cocinero. Para él, era su sueño encontrar ese gran océano.



Sanji, confesó a los cocineros del barco, su sueño de encontrar el gran índigo. Los cocineros que se burlaban de Sanji, dijeron que dudaban la existencia de ese gran océano, que tan sólo es una leyenda.

–¡Qué barbaridad! Menudo despilfarro. ¿Cómo pueden dejarse los platos tan llenos? –dijo un cocinero al ver que los platos de los clientes había bastante comida.

–Fijaos, apenas lo ha probado, menos mal que estoy yo aquí –dijo otro cocinero comiéndose lo que sobraba en los platos.

–La gente se permite demasiados lujos –respondió otro cocinero.

–Dejad de comer las sobras. Yo he tirado mucha comida por no guardarla –saltó en la conversación Sanji.



–Pero, ¿qué sabrás tú de la vida? Aún eres demasiado joven. Si llevarás tanto tiempo embarcado como nosotros, no hablarías así. Aquí nunca se sabe lo que va a pasar mañana. Lo mejor que se puede hacer, es aprovecharlo todo.

De repente, un hombre gritó en el barco.

–Cálmense por favor, ¡mantengan la calma!

Un hombre con cara de desesperación entró en la cocina, y avisó a los cocineros de que un galeón pirata, se predisponían a atacar el barco.

–Imagino que eres Zeff pies rojos, el capitán pirata. ¿Qué quieres de nosotros? –dijo el capitán del barco que era atacado.

–¡Asaltaros y desvalijaros! –gritó el pirata Zeff.

Los piratas del capitán Zeff, atacaron el barco... robaron todo lo que encontraron en su camino. Sanji no podía seguir contemplando lo que ocurría y no vaciló en atacar.

–Pero... ¿quién es este mocoso? Eh chiquitín, mejor será que sueltes eso, o te puedes cortar –dijo un pirata.

–No os dejaré pasar, defenderé mi cocina –respondió el muchacho.




Los cocineros le gritaban a Sanji que no se resista, que dejaran a los piratas. Zeff, por su parte, le pegó una patada a Sanji. Sanji empezó a arrastrarse hacia el capitán Zeff. El muchacho no podía levantarse por el impacto de la patada, pero Sanji tenía muchas agallas.

–No acabarás conmigo, viviré hasta encontrar el gran índigo –dijo el joven, mientras le daba un mordisco en la pierna de Zeff.

Zeff miró a Sanji muy asombrado, mientras que todos los esbirras de Zeff se partían de risa tras haber escuchado las palabras de Sanji.

–Pobre Sanji, la está liando aún más –dijo un cocinero.

El capitán Zeff pies rojos, se quitó de un golpe a Sanji, y éste volvió a caer al suelo.

–No dejaré, que ningún pirata asqueroso, acabe con mi sueño de encontrarlo –reiteró Sanji.

Zeff miraba con mucha seriedad a Sanji, mientras que un esbirra le decía a Zeff que el barco ya no era apropiado. Zeff mandó a sus esbirras a transportar todo el tesoro a su nave.

De repente, una ola gigante pegó con el barco y Sanji fue arrastrado del barco al mar. Zeff reaccionó de una manera extraña, pues el pirata pies rojos fue al mar para rescatar al chaval.

–Aguanta valiente –dijo Zeff.

–Pero capitán... ¿por qué intenta salvar a ese crío? –dijo un pirata.

Otra ola gigante, volvió a tragarse el barco, y el barco se fue hundiendo en el mar. Zeff sin percatarse... encontró su pierna atascada entre muchos hierros y tubos.



Él intentaba sacar la pierna, pero no podía... se esforzaba, pero de nada sirvió. Zeff se dio la vuelta y vio a Sanji como se hundía. Entonces, el pirata Zeff cogió un ancla, con las cadenas se ató la pierna, clavó el ancla en la madera del navío, y se arrancó su pierna.

Sanji abrió los ojos, y vio como Zeff se arrancaba la pierna y se dirigía a él. En ese momento, Sanji tragó agua y se ahogó.

De aquel modo y milagrosamente, Zeff pudo rescatar a Sanji y llevarlo a salvo a unos peñascos.

(Al día siguiente...)



–¿Al fin te has despertado niño? Eres un chico con suerte –dijo Zeff.

–Madito pirata...

–Ha habido una gran tormenta, creo que murieron todos. Hemos sido los únicos que hemos sobrevivido y llegar a estos peñascos.

Sanji gruñía.

–Aquí no hay nada, ni animales ni agua potable. Podríamos intentar pescar en el mar... pero luego no podríamos subir las paredes… son demasiada altas.

–¡Todo esto ha sido culpa tuya! ¡Te odiaré siempre! –gritó Sanji.

–Anda, cállate, no podemos hacer nada... sólo esperar a que vengan a rescatarnos. Si no vienen... nos convertiremos en esqueletos.

–¿En esqueletos? –dijo el joven asustado.

–A tu lado hay un saco, esa es tu parte de comida. Tenemos suerte de que las olas la hayan arrastrado hasta aquí. Tienes para cinco días como mucho. Así que, distribúyela bien. Menos mal que somos cocineros. –Explicó el pirata.

–¿Y eso qué? ¿Es tu parte? Vaya morro tienes, tu saco es mucho más grande. Por lo menos tres veces más.

–¿Y qué esperabas? Yo soy adulto... tengo el estómago más grande que tú. Tienes suerte que quiera compartirlo contigo. No esperes más generosidad de mi parte. –dijo Zeff mirando a Sanji muy maliciosamente.

–Viejo Zorro... –dijo refunfuñando Sanji.

Sanji se fue al otro lado del peñasco con su saco de comida. Él estaba obligado a esperar a que un barco viniera para rescatarlo. Pero como él no sabía cuando llegaría un barco, se distribuyó la comida para veinte días... pensando que, hasta ese tiempo... era muy posible que un barco hiciese su aparición.



–Hoy no ha pasado... tranquilo... sólo es cuestión de tener paciencia –se dijo Sanji así mismo.

Pasaron veinte días... y ningún barco apareció para el rescate. Sanji tenía su último trozo de pan, el pan estaba lleno de moho.



A medida de que Sanji se iba comiendo el pan... iba recordando los momentos en el que los cocineros se quejaban por que la gente dejaba mucha comida en los platos y también recordó cuando él mismo les respondia: “Dejad de comer las sobras. Yo he tirado mucha comida por no guardarla”.

Aquellos recuerdos, hicieron que Sanji llorase y llorase. Su barriga estaba vacía... tenía un hambre inimaginable. Al secarse las lágrimas... se le escapó el trozo de pan que se estaba comiendo, y para su mala suerte... el pan se cayó al mar ante la mirada de impotecia de Sanji.



Pasaron los días... Sanji bebía agua de un charco de la lluvia que caía en los peñascos. Era una situación desesperante... estaba débil, ya no podía más.

“¿Estará muerto el viejo Zorro? Iré a ver” pensó Sanji. Sanji fue a rastras para ver si Zeff estaba aún con vida.

Sanji no creía lo que veía. Zeff seguía vivo, y el saco de su comida estaba intacto. Sanji... que estaba casi muriéndose de hambre, sacó un cuchillo.

“Le robaré la comida. Él no se la merece. Todo esto fue por su culpa” pensó Sanji.

Sanji fue acercándose sigilosamente con el cuchillo.

–¿Qué haces aquí renacuajo? –dijo Zeff con una voz bastante débil.

–Te voy a quitar la comida quieras o no quieras. Igual moriré si no como algo ahora –dijo Sanji.

Sanji cortó la tela del saco con el cuchillo, y del saco salió un enorme tesoro. Oro... joyas... piedras preciosas...



–Te dije que no vinieras hasta ver un barco en el horizonte –le reprochó Zeff a Sanji–. Como ves... somos ricos, pero no tenemos comida.

–Las piedras preciosas no se comen... –dijo Sanji desolado.

Sanji se dirigió hacia Zeff.

–Entonces... ¿qué has hecho? Y la comida... ¿cómo te la has ingeniado? Di contesta –dijo Sanji.

Sanji miró a Zeff de frente por primera vez desde que estuvieron en el peñasco. Y Sanji vio que Zeff no tenía pierna.



–Entonces... no es un sueño... te arrancaste la pierna y me salvaste la vida... Y encima, me diste toda la comida que había.

Sanji empezó a llorar, comprendió que sin la pierna, Zeff ya no volvería a ser un pirata.

–¿Por qué has sido tan bueno conmigo? ¿Por qué? –preguntó el joven.

–Simplemente... porque tú sueñas lo que yo he perseguido siempre. –respondió.

–El gran índigo... –dijo Sanji alucinado–, pero... tus amigos dijeron que no existe.

–Claro que existe... debes de ir a Grand Line cuando puedas... allí se encuentra el gran índigo. Yo ya no puedo ser pirata, pero tú sí. Ve allí y encuéntralo –dijo Zeff.

–Me pregunto... cuantos hombres habrán muerto maldiciendo la inmensidad en el océano... Me he estado suplicando constantemente... ojalá hubiera un restaurante en medio del mar.

–¿Un restaurante?

–Sí, y creo que si consigo salir de esta... abriré un restaurante, y en un barco para que nadie pase por esto...

–Yo te ayudaré, pero por favor... no te mueras –suplicó Sanji–. No te mueras... por favor...

Sanji empezó a llorar, en ese justo momento... Sanji se dio la media vuelta, y vio a un barco.

–¡¡Socorro!! Estamos aquí, por favor... ¡¡vengan!! ¡¡Socorro!! ¡¡Ayúdennos!! –gritó el joven con las fuerzas que le quedaban.

Y de ese modo, Sanji y Zeff consiguieron salvar la vida, y ambos construyeron un restaurante marítimo.


lunes, marzo 06, 2006

Los horóscopos del zodiaco.


Cada uno de nosotros tiene un horóscopo del zodiaco. Hay muchas personas que creen en los horóscopos, otras no. Yo no es que crea o deje de creer, pero me gusta saber los horóscopos de cada persona para ver si realmente existen similitudes con las personas del mismo signo.

Yo nací un 30 de Julio, por lo que soy Leo (ascendente Escorpio), y estoy muy orgulloso de ser Leo. Hay personas como Pedro (Viktor_krum), Patricia (Apolinea), Eu (Maggie)... que se parecen mucho a mí en la personalidad y son Leo.

En la mitología, éste signo está regido por el sol... al Dios Sol, Apolo para los griegos, que conducía su carro iluminando el mundo.

Por último, voy a poner los signos en un ranking que desde mi experiencia y mi punto de vista son los mejores.

1.- Libra (El mejor sin duda, este signo da templanza, reflexión y sabiduría en sus actos).
2.- Acuario.
3.- Sagitario.
4.- Leo.
5.- Piscis.
6.- Tauro.
7.- Escorpio.
8.- Capricornio.
9.- Virgo
10.- Géminis.
11.- Aries.
12.- Cáncer (No es que le tenga una tirria especial, pero éste signo me da mal rollo).


NOTA: Espero que nos se enfaden los Géminis, los Aries, ni los Cáncer... este ranking son sólo conjeturas mías que pueden estar equivocadas. ¡Un saludo!